Pasada la noche de gala, el show del sorteo de la Copa Libertadores, el análisis toma un rol protagónico en Atlético. Hubo un respiro por evitar en el grupo 3 a los complicados equipos de Brasil. Hubo, además, otro respiro por la distancia a cubrir para visitar a Peñarol, Libertad, de Paraguay, y The Strongest, de Bolivia. De Montevideo, Asunción y La Paz no hay más de 1.500 kilómetros con Tucumán.
“Está bien, poco viaje”, se mostró conforme Ricardo Zielinski, uno de los entrenadores debutantes en el torneo de clubes más importantes del continente. “Lo bueno es que no habrá mucho trayecto largo”, agregó Emanuel Molina, liberado de la sanción por doping y que para el “Decano” ya cuenta como un refuerzo importante. El “Mago” tendrá su revancha en Primera, de hecho, porque después de romperse los ligamentos en el debut con Racing, en el regreso a la A del “Decano”, prácticamente no pudo mostrarse.
Todo lo que le tocó a Atlético, está bien. “Es un grupo muy duro, pero parejo. Hay grandes equipos pero no hay uno que esté por encima de otro”, sostuvo Hernán Echarlar. El objetivo de pasar a los octavos de final no es descabellado.
“Hemos tenido algo de suerte en el sorteo, ahora debemos revalidarlo en la cancha”, aportó su pensamiento Cristian Lucchetti, que el miércoles cumplió las primeras cuatro semanas de recuperación de la operación de su hombro izquierdo. A “Laucha” ya le sacaron los puntos. “Estoy un poco ansioso, quiero avanzar con la fisioterapia ahora”, le confesó a LG Deportiva. Es más, Lucchetti quizás no esté para el debut contra Libertad en el Monumental, entre el 27 de febrero y el 1 de marzo, pero sí para visitar a Peñarol, en la segunda fecha. “Seguro llego; voy a hacer todo lo posible”, prometió.
Es otro fútbol. Así lo definen quienes alguna vez sufrieron por jugarlo en altura. Atlético ya sabe lo que es enfrentar las adversidades de los cambios bruscos del físico de sus jugadores, cuando venció a El Nacional en la altura de Quito, la capital ecuatoriana emplazada a unos 2.850 metros sobre el nivel del mar. Pero ahora el desafío será mayor, cuando por la tercera fecha de la fase del grupos 3 de la Copa Libertadores 2018 visite a The Strongest en La Paz, a 3.640 metros de altitud.
¿Por qué es otro fútbol el que se juega en altura? Simplemente, porque el aire escasea, hay menos resistencia como consecuencia de la baja en la presión atmosférica y todo lo que parece normal, allí no lo es. Las piernas pueden pesar el doble y los ahogos por la falta de oxígeno son recurrentes. Correr es un arte. Cuando se superan los 3.000 metros se produce lo que se llama “mal de altura”, traducido en jaquecas, mareos, falta de apetito, trastornos gastrointestinales y vómitos.
Se dice que se necesita de una semana de aclimatación por cada 1.000 metros. En el fútbol ese tiempo es imposible. Habrá que buscar alternativas.